sábado, 23 de junio de 2012

Mujeres son vulnerables en el transporte público en Medellín


El servicio de transporte público en Medellín se ha convertido en un problema para las mujeres de la ciudad, no por los inconvenientes de movilidad, sino por el incremento en los delitos sexuales que se presentan en taxis, buses y hasta ambulancias.

Según datos de la fiscalía, en lo que va corrido del año en Medellín, y sus cinco corregimientos, se han recibido dos denuncias por intento de violación en taxis, una en bus y otra en una ambulancia.
Y aunque las cifras pueden no ser muy escandalosas, el problema de este flagelo es que la mayoría de los casos no son denunciados o no son recibidos como denuncias en la fiscalía.
Algo similar le pasó a Ana (*), una mujer de 23 años que sufrió un intento de violación luego de abordar un taxi en la canalización de Envigado.

"Yo iba para la estación del metro y el conductor se desvió hacia la izquierda. Me pareció muy raro. Llegamos a una panadería y él le dijo a un hombre, al que llamó Henry, 'Querés esta peladita'. Cuando el hombre se iba a montar yo salí corriendo, cogí otro taxi y arrancamos", recuerda angustiada.
Cuando la mujer se dirigió al búnker de la Fiscalía para interponer la denuncia no le fue aceptada.

"El primer día me dijeron que no había fiscal entonces la denuncia la tomó un funcionario encargado, pero cuando regresé al otro día que ya llegaba el fiscal me dijeron que no se configuraba como un delito porque no me habían tocado", cuenta la mujer que cursa noveno semestre de derecho y afirma de manera vehemente que el delito sí está tipificado pues ella misma ha estudiado la norma.
"No se trata de que la toquen o le causen lesiones físicas", explica Sonia Vásquez, secretaria de la Mujer de Medellín.

Además añade que el simple hecho del desvío de la ruta o una insinuación ya constituye un delito calificado como acoso sexual.
María Lucelli Úsuga, abogada de la Secretaría de la Mujer, asegura que la denuncia sí se puede interponer pero, a veces, los funcionarios no tienen la sensibilidad necesaria o las víctimas no denuncian porque no sufrieron una violación o acceso carnal violento.

El punto crítico de este fenómeno es la sensación de inseguridad que se genera en las mujeres a la hora de utilizar el transporte público, como cuenta Luz, una mujer de 23 años que vivió un episodio muy similar al de Ana. "Me cambió. Mi vida social se limitó mucho, me siento muy cohibida cada vez que cojo un taxi sola. Incluso si lo pido a la central me siento insegura, si me hablan me quiero bajar", como en la mayoría de los casos Luz no denunció pues "no me hicieron nada".
La Secretaría de la Mujer insiste en la utilización del transporte seguro para mujeres que ofrecen dos flotas de taxis de la ciudad (Femtaxi y Pinktaxi).

Pero para Ana eso no es ninguna garantía, pues aunque ella conocía la flota y las placas del taxi que abordó, al llamar a esa empresa le respondieron que como el vehículo no tenía radio teléfono, no sabían quién lo manejaba.

En el 2010 se presentó un caso de acoso sexual en taxi y tres en el 2011.
Por otro lado, Vázquez lamentó que no exista una herramienta clara para determinar si el acoso ocurrió en un taxi y que el agresor fue el conductor.

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