miércoles, 21 de agosto de 2013

Hay que subirle la seguridad de los vehículos

Comienzan las discusiones en altos niveles jurídicos sobre las propuestas de modificaciones de las sanciones para quienes manejen alicorados y, de entrada, como ya sucedió una vez en el Congreso, parece que hay muchos obstáculos de forma y fondo para que esas propuestas pasen directamente, impulsadas por la mediatización que han tenido las recientes y lamentables desgracias que han sucedido. De esos debates nos ocuparemos cuando se conozcan resultados, y así como en una columna pasada planteamos reflexiones sobre las prevenciones que se deben tomar antes de que sucedan los accidentes y la falta de formación que tienen los niños, futuros peatones y conductores, en sus colegios, desatendiendo una ley de la República que obliga al Ministerio de Educación, que ha sido totalmente negligente para implementar esas cátedras, tema sobre el cual ya el Tribunal de Cundinamarca aceptó una acción de cumplimiento presentada por un ciudadano. Algún día, ojalá algo pase. Pero hay otras medidas que se deben estudiar y tomar. Por ejemplo, la obligatoriedad de al menos dos airbags en TODOS los vehículos que se vendan en el país, al igual que el antibloqueo de los frenos. Son elementos de seguridad pasiva que pueden evitar muchos accidentes o minimizar las lesiones cuando suceden. Ya el Ministerio al comienzo de este gobierno había anunciado la medida, pero el lobby de algunas marcas cuyos carros no cumplirían por ser de modelos ya obsoletos y los vericuetos de procedimiento, la detuvieron. Ahora, el asunto ya parece ir más en serio y en firme y se están cursando las respectivas notificaciones internacionales para que se implemente, cosa que Ecuador logró fácilmente con un decreto terminante, sin importar que algunos modelos de su ensamble local desaparecieran de la producción. Eso es gobernar y usar el poder para el bien de los ciudadanos en temas que no merecen detenerse a concertar, pues son tan obvios y de aplicación mundial que resulta increíble que acá no los podamos sostener. Otra consideración importante es la homologación que se otorga a algunos vehículos cuyas condiciones de seguridad no son debidamente certificadas o al menos llegan con papeles de laboratorios poco rigurosos rigurosos, y en cambio a carros hechos por las marcas más avanzadas en seguridad del mundo los hacen validar sus componentes acá, donde no hay ni un solo laboratorio capacitado para hacerlo. También hay que tener en cuenta y con severidad a qué tipo de vehículos se les autoriza prestar servicio de taxi. Recibo muchas cartas de lectores que manifiestan su preocupación por la vulnerabilidad en impactos de los taxis conocidos como 'zapaticos', pues prácticamente los pasajeros van sentados en el bómper del carro que los choque por detrás. O en el peligroso cilindro de gas, que suele residir en el precario maletero. Esos taxis pequeños tienen muchas ventajas, como sus motores muy económicos y poco contaminantes. Son ágiles, tanto que muchas veces el abuso de sus conductores que se creen manejando ‘motos amarillas’ los convierte en vehículos hostiles e irrespetuosos de la convivencia vial. Pero claramente tienen instalado un aumento de riesgo para los pasajeros, y ya se han visto los resultados fatales en muchos accidentes. También para sus conductores el nivel de exposición es muy alto, pues la mayoría de esos carros recorren las ciudades durante las 24 horas del día para lograr pagar el increíble sobreprecio de los cupos, que llevan el valor total de un taxi a los 85 y más millones de pesos. Para pagarlos, no los pueden apagar. Es hora de que se piense también en reglamentar en tres volúmenes el tipo de carrocerías obligatorio para los taxis, que se exija el uso del cinturón a los pasajeros del asiento trasero, que tengan algunas medidas de seguridad para cuando transportan niños y bebés indefensos y que nos alineemos con la seguridad mundial que rige a esos vehículos. Siempre ha circulado el rumor de que esa norma se iba a implementar y hasta le achacaron a un candidato a la alcaldía de Bogotá autoría por un presunto interés con alguna marca. Nada más descabellado y mentiroso. Por supuesto no se trataría de sacar de circulación a ningún taxi actual ni a los que vienen en camino, pero sí es muy lógico que se dispongan las homologaciones necesarias para tener un transporte público más seguro. No cuesta nada y sí se salvan vidas. FRASES: “Es hora de que se piense también en reglamentar en tres volúmenes el tipo de carrocerías obligatorio para los taxis, que se exija el uso del cinturón a los pasajeros del asiento trasero, que tengan algunas medidas de seguridad para cuando transportan niños y bebés indefensos y que nos alineemos con la seguridad mundial que rige a esos vehículos”.

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