sábado, 31 de agosto de 2013

SOBRE LA CIUDAD (6).

Estación Abasto. Hay una en Buenos Aires, en el viejo mercado donde cantó Gardel cuando apenas empezaba. Allí lo apodaron el morocho. Pero también es un abasto la Boquería, en Barcelona y lo fue la vieja plaza de Cisneros cuando el tren llegaba a la estación. Y hablo de Abasto porque esta palabra es la clave de la ciudad moderna que sufre toda clase de estrés. Y en la que en lugar de abundar falta y en esos faltantes la ciudad sufre, se desordena y llega a puntos críticos que destruyen la confianza entre las gentes, pues de la carencia nace la envidia, la codicia y la tristeza, que son los elementos que se carcomen la ciudad. Ya se sabe, la ciudad es una construcción permanente, una mutación que no para, dependiente siempre de los abastecimientos que la hacen posible: el agua, los alimentos, la energía eléctrica, los combustibles, los implementos de salud, la ciencia, el arte, las políticas sensatas y el orden debido. La ciudad funcionaría como cualquier organismo sano. El primer problema crítico en la ciudad que crece desordenadamente, es el estrés hídrico. Sin agua suficiente (acueductos, alcantarillados, tanques de almacenamiento, plantas de tratamiento, fuentes) la ciudad se enferma y produce cólera, tuberculosis, malaria, deshidratación, bacterias desconocidas, etc. Y se debe aclarar: el agua, éticamente, no es de nadie porque es un condicionante de vida para cualquier organismo vivo. Ahora, lo terrible es que la cota de agua comienza a fallar porque se construye para hacer cumplir las premoniciones de Malthus: viviendas en crecimiento geométrico (en un mismo punto) se abastecen de agua en crecimiento aritmético. Y como nadie sabe hacer agua (a pesar de lo fácil de la fórmula), llegará un momento en que falte, como ya está pasando en El Cairo. En términos de abastecimiento, en especial para ciudades de más consumo que producción (como la nuestra), hay que manejar índices serios y no andar creyendo que los recursos son eternos. ¿Cómo de grande debe de ser una ciudad? ¿Qué tan cerca debe tener los centros de abastecimiento? Porque las ciudades llegan a un límite y si lo sobrepasan entran ya no en crisis sino en caos. Es que a más personas y elementos más consumo. Y si falta lo que consumir… De aquí que la ciudad deba censarse para establecer los indicadores de abastecimiento posibles en el tiempo, que son los que dicen cuántas personas pueden vivir y reproducirse en un sitio. Si esto no se tiene en cuenta, los infiernos aparecen en la tierra. Basta con que aparezcan pequeños avisos en los que diga, ya no hay más. Se acabó. Y… Acotación: Cuando algo falta, comienza el acaparamiento, la falsificación de productos, el encarecimiento (por ley de oferta y demanda), la delincuencia y la locura. Y todo por no hacer cuentas y permitir la corrupción. Planear es pensar bien. Tres palabras simples, fáciles de conjugar y de relacionar entre sí. Interacción y participación

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