domingo, 25 de agosto de 2013

Crónica: Con triunfo agridulce terminó el 'paseo del pase'

Una información revelada a destiempo aumentó en más de ocho horas y 45 minutos lo logrado en solo tres horas y media. No se equivocó Angelita, la mano derecha del CRC de la avenida Paseo de Los Libertadores (léase paralela de la Autonorte) con calle 86 de Bogotá, cuando, la semana pasada, nos informó que debíamos disponer de tres a cuatro horas para realizar allí los exámenes médicos y sicológicos. También acertó con la recomendación previa: “Yo abro a las 7:30 a.m., pero lo ideal es hacer fila antes porque aquí los turnos los asignamos por orden de llegada, no manejamos cupos”. Esta información nos motivó a elegir este CRC y no otro, pues respetar el orden de llegada de los usuarios implica organización, y organización conlleva a una ausencia total de avivatos que venden cupos o prometen ‘palabrear’ a quienes intervienen en el trámite. Así que, ahí llegamos, el pasado 21 de agosto –muy a las 7 de la mañana– 12 madrugadores que esperábamos ansiosos a que Angelita abriera la puerta mientras la fila iba creciendo con el paso de los minutos. Y a las 7:30 flat: “Sigan, por favor”. Uno a uno fuimos pasando a una sala de espera mientras la diligente funcionaria del CRC cotejaba, cédula en mano, que estuviéramos inscritos ante el Runt y que el documento presentado no fuera una fotocopia. “Está rotundamente prohibido para nosotros recibir una cédula que no sea la original porque no tenemos manera de comprobar su autenticidad”, le explicó a uno de los usuarios que pretendía realizar las pruebas sin el documento. Bien, Angelita. Mientras esperábamos, un video informativo del centro médico les informaba a las presentes la razón de ser de cada examen y el paso a paso que íbamos a seguir una vez oyéramos nuestro nombre. Cuando –a eso de las 8:00, 8:30 de la mañana– arrancó el desfile por audiometría, siguió en optometría, pasó luego a sicología, continuó en las pruebas psicomotrices y culminó con el último médico, encargado de mirar los resultados previos, auscultar corazón, pulmones, tensión y reflejos, y realizar las preguntas ‘jartas’ sobre enfermedades previas y posologías actuales. El bombazo Fue en este punto en donde nos rajamos. Haber experimentado una embolia pulmonar y seguir medicado con warfarina resultó ser una de las patologías contraindicadas para la obtención del pase. “Es una noticia regularcita, lo sé –dijo la doctora con puchero–. Pero, para nosotros, es indispensable un certificado de su médico tratante que indique que usted sí es apto para conducir. De lo contrario, no puedo subir los resultados al Runt”. El baldado de agua fría llegó a las 10:30 de la mañana, tres horas y media después de arribar al sitio y cuando ya estaba todo listo para acudir al SIM a tramitar el pase. ¿Qué hacer? Pues, ir rápidamente al consultorio del ‘tratante’, pedirle la certificación y volver. No había otra. Fue el paso no previsto que tomó casi todo el día (a las 4:30 p.m. estábamos de regreso en el CRC) y que pudimos haber hecho el día anterior si existiera información al respecto. Pero como la intención de este ejercicio periodístico era obtener el pase con todas las de la ley, ni se nos ocurrió ocultar lo del accidente pulmonar. Esa decisión adicionó varias horas a nuestro periplo. Sí. Pero reveló también el profesionalismo del CRC al que acudimos, el cual nos puso a pensar que la responsabilidad en los siniestros debe ser mucho más solidaria y ‘adjudicable’ no solo a los tragos, sino al que diseña o señaliza mal una carretera, al que permite que un vehículo circule en malas condiciones o al que no se da cuenta de que un conductor no es apto física o sicológicamente para manejar. Pero sí hace falta una hojita, una cartulinita, un pendoncito, una plaquita que advierta sobre las patologías que requieren certificación médica adicional (hipertensión, diabetes y enfermedades coronarias, alcanzamos a escuchar) para llegar con todos los papeles en regla. “No es que el diabético no sea apto para conducir, es que nosotros nos tenemos que ‘curar en salud’, pues nadie como el médico tratante conoce las condiciones de la persona y sabe si puede o no sentarse al timón”, nos explicó la médica, con razón. En conclusión, a pesar del lapsus final, el CRC elegido resultó ser muy profesional y nos permitió reclamar, por fin, la licencia de conducción... eso sí, 11 horas y 15 minutos después del desayuno (ver: ‘Un trámite con muchas cifras’). ¿Y, las normas de tránsito? Está bien auscultar conductores para saber si pueden sentarse al timón, pero uno de los mayores causantes de accidentes es la falta de conocimiento sobre las normas. ¿Será que sí son aptos en ese campo?

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