domingo, 20 de octubre de 2013
No perdamos el balón... ni la cabeza
El mago Jorge Valdano dice que “el fútbol es lo más importante de lo menos importante”. Pues bien: esta semana le ocurrió al fútbol colombiano lo más importante de su historia: ganó el cupo para disputar las finales de una Copa Mundo después de 16 años de soledad y lo hizo, además, de manera holgada.
Antes casi siempre nos faltaban los diez centavos para el peso. En incontables oportunidades un penalti fallado, un gol agónico en contra, un árbitro perverso o un tiro en el palo liquidaban nuestros sueños. Esta vez sobraron puntos y podríamos haber perdido sin problemas el último partido de clasificación para el Mundial. Pero también lo ganamos.
Quienes crecimos en medio de la precariedad de nuestro fútbol no imaginamos nunca que un día Colombia estaría de segunda en la lista de clasificados suramericanos, de cuarta en la tabla mundial de los mejores equipos del mes y de cabeza de grupo en los sorteos del máximo torneo deportivo del planeta.
Es hora de repartir medallas, y la mayor corresponde a los jugadores, que a menudo ofrecieron un gran espectáculo y cuando tuvieron el cristo de espaldas le dieron la vuelta a punta de voluntad, talento y compromiso con los colores.
Merece la segunda José Pékerman, el director técnico que recogió un equipo abatido y con escasas posibilidades de clasificación y lo condujo hasta completar 30 puntos, por los que nadie daba nada hace un año. Pékerman y su disciplina. Pékerman y su dominio del juego. Pékerman y su tranquila sencillez. Lo vi una vez en una pizería de Bogotá con sus asistentes, cuando acababa de empezar su trabajo, y alguien de mi mesa comentó en voz baja: “Parece demasiado bondadoso para manejar una panda de futbolistas”. Sí. Parecía demasiado bondadoso. En el restaurante, él y su grupo tenían una rara semejanza con Benedicto XVI, como si su santidad hubiera salido a comer focaccia vestido de civil con los cardenales. Quién iba a pensar que, unos meses después, el papa iba a ser un argentino y Colombia sería una de las selecciones líderes de la Copa Mundo.
Hay más honores que repartir. A la Federación de Fútbol, que tuvo el acierto de apostar por un técnico extranjero en este país que cultiva un nacionalismo mezquino y empobrecedor. Y, por supuesto, a los aficionados, que acompañaron a la selección con entusiasmo y optimismo. Pero no pienso incurrir en la demagogia de decir que ellos son los primeros vencedores. Como hincha viejo, conozco las veleidades de la tribuna, capaz de elevar a un jugador a los altares porque anotó un gol clave o de abalearlo por un autogol. Tampoco caeré en la ingratitud de olvidar a jugadores y entrenadores (incluso Maturana y el ‘Bolillo’, por supuesto) que en otros tiempos nos dieron muchas satisfacciones y ayudaron a construir las bases invisibles del fútbol que hoy tenemos.
Estamos clasificados, sí. Pero otras veces lo estuvimos, y una de ellas incluso fuimos los candidatos de Pelé para ganar la Copa Mundo... y la ilusión se deshizo muy pronto.
Así como los jugadores deben prepararse para el duro torneo que se jugará en Brasil el año próximo, también tenemos que hacerlo sus seguidores. El primer ejercicio consiste en repetir todas las noches a la hora de acostarnos: “No perdamos la cabeza”. Estamos clasificados, pero solo estamos clasificados. No somos campeones del mundo. Ni siquiera hemos pasado a la segunda ronda. No acumulamos ningún punto a favor, ni un solo gol. Colombia –es la realidad– sigue siendo un país con hinchas cada vez más violentos y fútbol profesional mediocre. No perdamos la cabeza. Acompañemos a la selección con alegría y con fe. Pero tengamos presente quiénes somos, de dónde venimos y la dificilísima prueba que nos aguarda.
ESQUIRLAS. El gobierno mafioso que montó en La Guajira Kiko Gómez y la demora en procesarlo prueban que es urgente crear mecanismos para congelar la elección popular en determinados casos y determinados sitios.
Daniel Samper Pizano
cambalachetiempo@gmail.com
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario