domingo, 20 de octubre de 2013
Los delfines que aspirarán al Congreso en el 2014
En política, los votos generalmente se heredan, por lo que no se percibe una renovación.
Si algo es claro en la política colombiana es que tener un familiar con reconocimiento electoral es un camino casi seguro para quienes buscan un cupo en el Congreso, lo cual queda en evidencia en por lo menos nueve casos de delfines que quieren llegar al Capitolio en el 2014.
Los dos más reconocidos, que no obstante su apellido tienen un trabajo político de años, son los de los hermanos Carlos Fernando y Juan Manuel Galán, hijos del inmolado líder liberal Luis Carlos Galán Sarmiento.
Carlos Fernando es presidente de Cambio Radical y encabezará la lista al Senado por este partido, lo que lo enfrentará en las elecciones del 9 de marzo próximo a su hermano Juan Manuel, quien se está disputando de nuevo el primer puesto en la plancha para esa corporación por el Partido Liberal.
Los dos ya se han medido en contiendas electorales con votaciones nada despreciables. Juan Manuel llegó al Senado en el 2010 con 81.555, y Carlos Fernando aspiró en el 2011 a la Alcaldía de Bogotá y, aunque no ganó, alcanzó 285.263 sufragios.
Otro de los delfines que están pidiendo pista para llegar al Senado es el hijo de Piedad Córdoba. Se trata de Juan Luis Castro Córdoba, un médico que hace 10 años fue enviado por su madre al exterior ante las constantes amenazas de las que eran víctimas.
Castro Córdoba le envió una carta al jefe del liberalismo, Simón Gaviria, para oficializar su aspiración, que le fue respondida positivamente y ahora solo se encuentra a la espera de que le definan en qué puesto de la lista estará.
Su progenitora ganó una curul en el 2010 con 67.438 votos. No obstante, la Procuraduría la inhabilitó por sus presuntas relaciones con las Farc.
En las toldas rojas también estará, encabezando la lista a la Cámara por Bogotá, Ángela Garzón, hija del ‘vice’ Angelino Garzón.
La apuesta liberal es ir acercando al funcionario para una eventual candidatura a la Alcaldía de Bogotá, en las regionales del 2015.
Por los lados del uribismo también hay delfines que quieren un cupo en el Congreso. En la lista a la Cámara por Antioquia del Centro Democrático está Santiago Valencia González, hijo del exministro conservador Fabio Valencia Cossio.
El respaldo de su padre, de los pocos que le hablan al oído al expresidente Álvaro Uribe, puede ser fundamental para asegurarse una curul en el Congreso.
Otro que se está abriendo paso, y que va en el puesto 13 de la lista uribista al Senado, es Alfredo Ramos Maya, hijo del controvertido exgobernador de Antioquia Luis Alfredo Ramos, hoy en prisión.
En esta misma lista aparece, en el puesto 8, Fernando Nicolás Araújo, hijo del excanciller y expresidente del Partido Conservador Fernando Araújo.
Aunque Ramos y Araújo serán debutantes en las elecciones del 2014, el respaldo de sus padres seguramente les dará réditos entre el electorado de sus regiones.
Y en Arauca, un departamento duramente golpeado por la violencia, encabezará la lista a la Cámara por el uribismo Marcos Ataya, hijo de la excongresista Sirenia Saray, una de las mayores electoras de la región.
El otro caso se presenta en el hogar del ministro consejero para el Diálogo Social, Luis Eduardo Garzón, ya que su hijo, Eduardo Andrés Garzón, aspirará a la Cámara por Bogotá por la Alianza Verde, alianza entre el Partido Verde y los Progresistas de Gustavo Petro.
Aunque su padre decidió quedarse en la Unidad Nacional apoyando al gobierno de Juan Manuel Santos, Eduardo Andrés considera que está el espacio para renovar la actividad política y por eso decidió lanzarse al ruedo en una orilla distinta de la del ministro consejero.
El interrogante que se abre ante este panorama es hasta qué punto la llegada de los delfines se traduce en una renovación de la política o, por el contrario, en una continuidad de las mismas prácticas.
El analista Jairo Libreros aseguró que esto “no renueva la política y demuestra que existe una crisis de liderazgo en personas jóvenes, que no ven en el acceso a cargos de elección popular un proyecto de vida”.
Germán Medina, consultor político, afirmó que, “si bien no es una renovación, sí es una tradición de la política colombiana, lo cual no quiere decir que las personas sean malas”.
Los electores decidirán si los quieren o no ver en el Congreso, pero también dependerá de los delfines demostrar si llegan al Capitolio con la capacidad de trabajo y renovación que enarbolan como bandera política.
REDACCIÓN POLÍTICA
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