miércoles, 2 de octubre de 2013
'El pecado de mi hijo fue caer en la provocación de Manotas'
A un mes de la tragedia, mamá de Francisco Cifuentes habla por primera vez del drama que vive.
Para María Consuelo Ferreira no era desconocido el nombre de David Manotas Char. En dos ocasiones, según su relato, pasó dos noches en vela por cuenta de los escándalos del vecino de su hijo: el habitante del apartamento 304 del edificio Santa Cruz de los Molinos, en el norte de Bogotá. (Vea las imágenes de David Manotas)
Fue en un viaje, de esos que ella solía hacer cuando decidía dejar por unos días el calor de La Dorada (Caldas) para acompañar a su hijo menor: Francisco José Cifuentes Ferreira, de 40 años. "Fueron dos noches en las que la música diabólica y los gritos no nos dejaron pegar los ojos", relata hoy, un mes después de que su hijo resultó muerto tras una pelea con Manotas, cuando aún guarda el luto en su ropa y no puede evitar llorar cuando recuerda cómo un reclamo acabó con la vida de su 'Tata', como era conocido Francisco desde que era un niño. Aunque sabía quién era la persona que vivía un piso arriba de su hijo, no creyó que las amenazas que este había recibido por parte de Manotas se hicieran realidad. (Lea también: Preso por muerte de vecino en norte de Bogotá pidió perdón a su mamá)
El relato de María Consuelo es interrumpido por exclamaciones que se le escapan. "Él (Manotas) no está loco, él sabía lo que hacía". "Manotas es una persona con problemas que creía que los podía solucionar con plata". "Él era una persona viciosa que fue dejado por su familia como un problema para la sociedad". Son frases que se salen, mientras se limpia las lágrimas y eleva su mirada hacia el cielo, como si estuviera buscando una respuesta a lo que pasó. (Lea también: A la cárcel, señalado de asesinar a vecino en norte de Bogotá)
"No era la primera discusión que tenían. En una oportunidad Manotas intentó abusar de una celadora y Francisco, que era bien impulsivo, asumió la defensa de la vigilante y lo golpeó, le dio contra una pared", cuenta María Consuelo, quien insiste en decir que su hijo se había vuelto en una especia de escudo de los vigilantes del edificio cada vez que el del 304 intentaba alterar el orden de la vecindad.
"Yo le decía que se calmara, que llamara a la Policía, y él lo hacía, pero siempre se repetía la historia y volvía a pasar", asegura y revela que unos días antes al dos de septiembre, día en que Francisco fue apuñalado por Manotas cuando le pidió que le bajara el volumen a la música, este le había advertido que lo iba a matar.
"Cuando mi hijo le pegó en defensa de la vigilante, Manotas le dijo: 'Yo a usted lo voy a matar', pero como era usual que ese hombre lanzara, casi a diario, frases así, no creí que fuera una amenaza de verdad", señala.
Tal vez Francisco tampoco lo pensó y por eso esa noche creyó que su reclamo pasaría como uno más. "El pecado de mi hijo fue caer en la provocación de Manotas", dice María Consuelo al referirse a la noche en que, según su testimonio, después de hacerle un reclamo por el balcón para que bajara el volumen de la música y este le subió más, decidió subir y enfrentarlo.
- Hay imágenes en las que se ve la puerta y la pared del apartamento de Manotas rotas...
- "Sí, él (Francisco) por la terraza le llamó la atención y el tipo lo que hizo fue subirle el volumen y mi hijo es, como dicen las tías, 'adrenalina pura', se subió, no le abrió y le dio una patada a la puerta y la abrió".
Asegura que si su hijo hubiera sabido lo que se iba a encontrar detrás de esa puerta, jamás habría hecho el reclamo. "Ese hombre lo estaba esperando con un cuchillo. Mi hijo subió en piyama y fue atacado por detrás. No llevaba nada en la mano. Él (Manotas) sabía lo que iba a hacer (...) Francisco, con la fuerza que tenía, no hubiera permitido que le hubiera hecho eso. Ese señor sabía lo que iba a hacer, él lo tenía premeditado y ya se lo había anunciado".
María Consuelo cuenta que en diciembre su hijo se iría de Bogotá. "A él no le gustaba esta ciudad, a él no le gustaba el frío y ya había pedido el traslado a Medellín, donde vivió mientras estudió en la universidad (...) pero nunca pensó en irse a causa de los conflictos que generaba el ruido, la música y los gritos del apartamento 304".
Los problemas con el vecino, según el relato, no parecían más que simples conflictos de convivencia. "He preferido no leer periódicos ni ver noticias, yo sé quién era mi hijo y no me interesa saber qué se dicen ahora de él", señala cuando se le pregunta si era cierto que Francisco también hacía fiestas. "Dos veces le llamaron la atención, pero eso fue suficiente para que desde entonces se reuniera en su apartamento con sus amigos y solo estuviera allí hasta que decidieran a donde irían de fiesta".
Cuando recuerda el momento en que recibió la llamada en la que le contaron que su hijo había muerto, María Consuelo cuenta que se imaginó que le había pasado algo en un accidente de tránsito o en un robo, pero que no se le pasó por la cabeza, ni por un segundo, que una pelea, de esas que con frecuencia le contaba que había tenido con su vecino, había sido la razón. "A pesar de tanto dolor, de tanto sufrimiento, de ver la vida de mi hijo truncada, siento que esto tuvo que pasar para que en este país se reflexione sobre el papel de los papás, sobre la educación y la formación que le estamos dando a la sociedad que está creciendo. Es momento de reaccionar, no podemos seguir así", señala y asegura que emprenderá una campaña que lleve al debate sobre los valores y la tolerancia.
"He pensando en reunirme con otras mamás que han perdido a sus hijos en hechos así de absurdos. Unirnos para generar una reflexión", dice y asegura que ha sentido el respaldo de "gente conocida como Melissa Vanegas, exnovia de Francisco, y también anónima". María Consuelo ha preferido mantenerse al margen de lo que pasa en los estrados judiciales. "En eso están a cargo los primos, a mí no me interesa nada de eso, solo me interesa saber que se hará justicia y que podré enterrar a mi hijo en La Dorada, donde él decía que había nacido, aunque en realidad hubiera sido en Bogotá".
María Consuelo espera irse del país una temporada a Singapur, donde vive su hijo mayor, Juan Carlos. "Es una forma de estar alejada de todo este proceso y de estar cerca de mis dos nietas", cuenta y reitera que espera que el caso avance y que cuando regrese pueda llevarse los restos de su hijo a La Dorada. "Me han dicho que, por la investigación, existe la posibilidad de que hagan la exhumación de su cuerpo".
En medio del dolor y detrás de la expresión de tristeza, María Consuelo no deja de lamentarse. "Si este hombre no lo hubiera esperado con un cuchillo, listo para hacer lo que tenía planeado, esa pelea hubiera terminado como terminaron muchas otras. Mi hijo le habría llamado la atención por los gritos y el escándalo. Ese hombre le habría dicho que no lo volvería a hacer, que los dejaría tranquilos, que se iría y que los dejaría en paz". Pero el 2 de septiembre la discusión tuvo otro final.
SALLY PALOMINO
REDACCIÓN ELTIEMPO.COM
salpal@eltiempo.com
Esta es una carta que hizo pública la mamá de Francisco
A las autoridades civiles, eclesiásticas y municipales de La Dorada (Caldas), a los medios de comunicación hablado y escrito del país, a nuestros familiares, nuestros queridos amigos y amigas, queremos reiterarles nuestro agradecimiento por su apoyo y solidaridad.
A los amigos que tuvieron la iniciativa de esa sentida y conmovedora marcha en La Dorada, a los que la organizaron y los que la apoyaron presente y espiritualmente, nuestra sentida y eterna gratitud.
Se cumple un mes del fallecimiento de FRANCISCO JOSE "TATA", sigamos unidos de corazón y con nuestras oraciones para que su triste partida no quede impune y que este doloroso y angustioso episodio no se repita en ningún otro hogar.
Amado hijo, no te olvidaremos, gracias por haberle dado sentido a nuestras vidas y por enriquecerlas con tantas alegres y bellas vivencias.
Siempre estarás vivo en nuestros corazones.
Con sincero afecto.
María Consuelo Ferreira
A los amigos y amigas de Frank, mamá Conny, siempre estará con ustedes.
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